martes, 1 de abril de 2014
Cala y cala el desastre en Honduras
Por Edgar Soriano Ortiz
En los últimos meses el presentador de CNN en español, Ismael Cala, ha realizado dos viajes en Honduras para hablar sobre su libro. Este hecho muestra a una pequeña “burguesía” en la nación carente de profundidad y acomodada a las simplezas que genera el mercado de consumo. El considerar “intelectual” a un presentador de TV que habla de superficialidades es la prueba de las debilidades en Honduras de tener espacios de debate teórico y foros con apertura a las criticas frente a las contradicciones sistémicas que afectan a la población.
En algunas ocasiones he escuchado que “son malos hondureños” los que hablan de la crisis de violencia y miseria. Sectores alienados por las relaciones capitalista de la decadente clase media y de la burguesía se ufanan en decir que Honduras es un país de “bellezas naturales”, pero son cómplices de la enajenación de los recursos en beneficio del capital multinacional; que Honduras es un país de “paz y democracia”, y quien puede ocultar las masacres cotidianas, ya sus medios de comunicación han creado el morbo en una población con falencias en las reflexiones estructurales.
El presentador de TV vino a las Honduras y publicó un artículo de lo interesante que es Honduras, evidentemente Honduras es una nación con 8 millones de personas que trabajan y construyen elementos identitarios, sin embargo la realidad social, económica y política es difícil.
En lo social y económico un pueblo sumergido en una crisis perdurable, 70% vive bajo la línea de la pobreza y mantiene una tasa de homicidios al nivel de los países en guerra. Esa realidad señores no se puede ocultar, el sol no se oculta con un dedo. En lo político un país agredido por sus elites, quienes tras el golpe de Estado del 28 de junio de 2009 han lanzado una ofensiva autoritaria con el objetivo de derrumbar cualquier propuesta alterna de su “democracia ideal”. Representar al pueblo pero sin el pueblo, es el slogan de sus grupos beneficiarios, los mismos que desechan las capacidades reflexivas a lo interno del país. El escritor hondureño, Julio Escoto, no se equivoca cuando dice que pasaría si los escritores vivieran dignamente de la venta de sus obras, como soportes de una sociedad que defienda sus derechos elementales.
Honduras posee como todas las naciones hombres y mujeres pensantes, creadores y capaces de generar debate para abrir posibilidades de construir democracia.
La reorganización estructural del sistema educativo y de salud serian pilares en las exigencias para sacar a la población del caos. Lo que Marlon Escoto piensa de la educación es el acomodo a un sistema que ha privatizado brutalmente el bien público de la educación. Las voces nacionales que interpretan y generan debate seguirán siendo oprimidas por el monstruo de la desidia impuesto por elites sin escrúpulos y con cegueras coloniales.
El desastre histórico y las erróneas ideas de militarizar la mentalidad colectiva ayer como hoy demuestran la cara perversa de los grupos de poder en Honduras, piensan en enseñar educación militar a 25,000 niños solo este año, si fueran capaces de reflexionar un poco sus culpas pondrían libros e instrumentos de creación artística y científica en las manos de la niñez.
Hoy sigue la estupidez vigente, cala sobre la población los abusos e imposiciones –utilizo el término “cala” de “calar” utilizado popularmente en el país cuando se tiene que soportar problemas o golpes -, traer a Ismael Cala e impulsar la venta de sus libros es el ejemplo de la miopía de los sectores de poder, incapaces de " escuchar" y de ver en nuestro territorio las capacidades de creación en beneficio de la colectividad. Está claro que estos grupos de poder se creen los enviados divinos para decidir sin escrúpulo alguno los destinos de nuestra Honduras.
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